La aventura es el alma y el corazón de un hombre, eso es algo que jamás cambia, ni siquiera al envejecer. Solía tener nervios de acero al mirar cara a cara al peligro... ¡Y no importa lo viejo que sea, siempre me reiré en su cara!
Tengo la sensación de que me quedan muchos sitios por descubrir, quiero explorar todas las ruinas y tierras remotas que pueda mientras estas piernas me lo permitan.
No puedo permanecer escondido para siempre, cuando veo a gente como tú enfrentarse al peligro, cara a cara... ¡yo también quiero ser fuerte!
-Elena Fisher: Nate, por favor, ten cuidado... -Nathan Drake: ¡Venga ya! Pero si yo siempre lo tengo. (Se golpea la cabeza contra el techo de un pasadizo) -Nathan Drake: ¡Joder! ¡No lo vi!
- Lazarevic: Piensas que soy un monstruo. Pero tú no eres diferente de mí, Drake. ¿Cuántos hombres has matado? ¿Cuántos... sólo hoy? Eso es. Sin compasión, sin piedad. ¡Hazlo! - Drake: No. - Lazarevic: No tienes voluntad. - Drake: Puede que no, pero ellos sí.
- Nathan: Sí, pero si damos con un punto elevado... - Chloe: Hallaremos la aguja perdida en el pajar. - Nathan: Ajá. - Chloe: Hay un hotel cerca de aquí... - Nathan: Jaja, Chloe no es el momento... - Chloe: Me refiero que será el edificio más alto de la ciudad. - Nathan: Em... Claro, lo entiendo, eso es, bien pensado...
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¡Escuchad cabrones! Es simple, matar, tú y tus compañeros de equipo tenéis que matar a más de los suyos de los que os maten ellos, matemáticas de guerra, vale... Bueno, suerte, la vais a necesitar.
Señor Duncan Walpole, acepto su generosa oferta y aguardo con impaciencia su llegada. Si de verdad posee la información que buscamos, sepa que le recompensaremos generosamente. A pesar de que no tengo el placer de conocerle, confío en poder reconocer la indumentaria de su Orden Secreta. Por lo tanto, acuda a La Habana sin demora… Será recibido como un hermano. Su más humilde servidor, el gobernador Laureano de Torres y Ayala.