No puedo permanecer escondido para siempre, cuando veo a gente como tú enfrentarse al peligro, cara a cara... ¡yo también quiero ser fuerte!
-Elena Fisher: Nate, por favor, ten cuidado... -Nathan Drake: ¡Venga ya! Pero si yo siempre lo tengo. (Se golpea la cabeza contra el techo de un pasadizo) -Nathan Drake: ¡Joder! ¡No lo vi!
- Lazarevic: Piensas que soy un monstruo. Pero tú no eres diferente de mí, Drake. ¿Cuántos hombres has matado? ¿Cuántos... sólo hoy? Eso es. Sin compasión, sin piedad. ¡Hazlo! - Drake: No. - Lazarevic: No tienes voluntad. - Drake: Puede que no, pero ellos sí.
- Nathan: Sí, pero si damos con un punto elevado... - Chloe: Hallaremos la aguja perdida en el pajar. - Nathan: Ajá. - Chloe: Hay un hotel cerca de aquí... - Nathan: Jaja, Chloe no es el momento... - Chloe: Me refiero que será el edificio más alto de la ciudad. - Nathan: Em... Claro, lo entiendo, eso es, bien pensado...
¡Escuchad cabrones! Es simple, matar, tú y tus compañeros de equipo tenéis que matar a más de los suyos de los que os maten ellos, matemáticas de guerra, vale... Bueno, suerte, la vais a necesitar.
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Señor Duncan Walpole, acepto su generosa oferta y aguardo con impaciencia su llegada. Si de verdad posee la información que buscamos, sepa que le recompensaremos generosamente. A pesar de que no tengo el placer de conocerle, confío en poder reconocer la indumentaria de su Orden Secreta. Por lo tanto, acuda a La Habana sin demora… Será recibido como un hermano. Su más humilde servidor, el gobernador Laureano de Torres y Ayala.
Bien muchachos, dejad que os diga lo que piensa Barbanegra. ¿Me preguntáis si el nuevo capitán puede ofreceros una vida de tesoros, saqueos y aventuras? Sí, pues entre los caballeros de fortuna que navegan por las Indias Orientales, él es uno de los más astutos y sagaces. ¡Hubo un tiempo en el que yo creía ser el más letal azote de los mares! Ah... Pero ese hombre... ¡es un autentico perro sin miedo, causante de estragos y caos! Le he visto despejar él solo la cubierta de un galeón español sin pestañear, luchar como si fuera el mismísimo diablo vestido de hombre. Es listo de verdad, sabe cómo moverse entre cada peñasco y cada grieta de estas islas, así que si es fortuna y aventura lo que buscáis, el capitán Edward Kenway es vuestro hombre, pero... No os metáis en sus asuntos, porque ese hombre oculta un misterio que no me atrevo a preguntar.