- Killua: Estaba pensando que eres admirable. No hay nada que yo quiera hacer, no necesito hacer algo como en tu caso, aunque hay cosas que no quiero hacer. Supongo que estoy algo celoso. - Gon: Killua, creo que eres divertido.
Paso cuando era un niño, un demonio del libro de Zeref llamado Deliora atacó mi pueblo, mató a mi familia y yo quedé al borde de la muerte, la que me salvó fue Ur, la maestra que me enseñó a usar la magia de creación de hielo.
Que fabuloso sería no mentir nunca en la vida, todos tienden a pensar eso. Y se murmuran a sí mismos: es imposible. la humanidad tiende a mentir, bueno, la mentira blanca es perfecta. No busco la verdad y aún así en algo falso un poco de verdad permanece. Me conformo con eso.
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Una mujer que conozco bien siempre trata a su actual novio como si fuera el primero. Ella siempre se ve como si nunca se hubiera enamorado de alguien antes. Y ese es el camino correcto, así debe ser. No hay ninguna persona incomparable. No hay nada irreemplazable.
Solo tu sabes sobre ti, por eso eres tú la única persona que puede cuidar de ti y eres la única que puede cumplir tus sueños.
A pesar de tener la fuerza de un demonio al haber hecho un trato, lo que realmente cuenta para él es tener la venganza por sus propias manos. A pesar de estar envuelto en sangre, muerte y oscuridad, esa alma es pura, auténtica y blanca.
Convertiré el día en noche, el placer en dolor, el vals en réquiem. Así es el mayordomo de la casa Trancy.
Dejaste de lado tu futuro, perdiste tus sueños, y a pesar de ser atacado por la desesperanza, aún así eres capaz de librarte del pasado y pelear contra el presente sin perder tu nobleza. Esa alma es la que quiero devorar, Bocchan.
Un profesional no necesita poderes. Un profesional solo necesita utilizar su conocimiento acumulado de estrategia básica para derrotar racionalmente a su enemigo.
Mostrar frase (contenido sensible) Tokyo Ghoul Me ordenó que cuente de retroceso desde 1,000. Primero no entendí el porqué, pero me di cuenta que era para que me mantenga consciente. Me aferré a los números... Y él cortaba mis dedos, varias veces, cada vez que me crecían de nuevo los dedos, me daba cuenta que me iba transformando en un monstruo.