Aya-tan era mi rival, pero además era mi amiga. Practicábamos tanto que no dormíamos. Nos criticaban en internet, y las personas nos molestaban. Ocultábamos nuestras lágrimas y cantábamos con una gran sonrisa delante de todos. Todas las vidas no tienen el mismo valor. La suya brilla miles de veces más suyas. ¡No los perdonaré!
Ella intentaba ocultar sus sentimientos tras esa máscara. Sus verdaderos sentimientos. Sólo hay una persona que sufre más que nadie.
Te quiero, Mikoto. Envidio tu bondad y tu corazón puro. No quiero matarte. Las llamas decidirán el final de todo esto... Adiós.
La basura es basura. Usan la autopreservación como excusa cuando lastiman a los demás. No se les puede salvar. No hay razón para perdonar a quienes te lastiman.
Cuanto más malvados, más arden. Conviértete en cenizas con la llama del rencor humano, hasta lo más profundo de tu alma.
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Has cometido muchos actos viles. Y ahora eres una enfermedad que se debe extirpar. Clasificación de color, negro. No vales la pena. No hay salvación para ti. Pero si deseas morir como humano, te daré esto. Acaba con tu propia vida... Como pensé, no tienes cura.
Consiguieron eliminar otra enfermedad de esta ciudad, evitando dañar al tejido sano. La población de una ciudad es como el cuerpo humano. Hay varios sistemas trabajando juntos, creciendo y evolucionando. Pero, a veces, aparecen tumores que devoran el tejido sano del cuerpo. Debemos acabar con cualquier enfermedad que la medicina de la ley no pueda alcanzar. Black Label es una organización de cirujanos que retiran la maldad de la ciudad.
Una maldad fue eliminada. Pero la noche acaba de caer. Cuando una maldad más grande aparezca mañana, tendremos que ser fuertes para enfrentarla. Debemos continuar con nuestro juicio, nuestro triaje.
Al estar a punto de morir y cuando la muerte se acercaba a alguien importante, lo entendí. Hace nueve años cuando desperté de la cirugía, entendí cual era mi voluntad. La voluntad de vivir. La determinación de aceptar el peso de la vida. Una mente fría para tomar decisiones sin temor. Siempre tuve una consciencia, en la forma de una determinación inquebrantable.