Ser que porta la maldición, busca el sufrimiento. Pues el sufrimiento te llevara a almas más grandes y fuertes.
Alma que busca el fuego, alma que conquista la Oscuridad. Yo también busqué el fuego, antaño. Con fuego dicen, un verdadero rey podría controlar la maldición. Una mentira. Pero era cuanto sabías...
Alma que busca el fuego, no conoces las profundidades de Oscuridad que hay en ti. Se hace más profunda cuanta más llama codicias. Llama, oh, llama...
Alma que busca el fuego, veo que has vencido a otra criatura inmunda. Una de la prole del Padre del Abismo que desbarató la quintaesencia de la humanidad. El abismo una vez tuvo forma pero esta se disipó. Aún así, perduraron vestigios de sus existencia.
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Todo lo que empieza tiene un final. Toda llama, por brillante que sea, acaba chisporroteando y apagándose. Pero entonces la llama resurge de entre las cenizas y nace un nuevo reino con un nuevo rostro. ¡Todo es una maldición! ¡Je, je, je! Y tu carne maldita es la que heredará la llama. Je, je...
Cada fragmento, sediento de poder, extendió Oscuridad sin cesar. Mi querida Shandra... era un fragmento como ese... Una cosita frágil que anhelaba poder más que ninguna otra... Movida por un deseo insaciable de hallar un portador digno.
La Oscuridad se veía como una maldición. La sombra no se proyecta, sino que nace del fuego. Y, cuanto más brille la llama, más profunda es la sombra. Heredar el fuego y usar la Oscuridad. Tal es la vocación de un verdadero Líder...
Alma que buscas el fuego, alma que libera las coronas. ¿Qué ves en las llamas? Encuentras las coronas y tus propias respuestas. Las coronas contiene la fuerza de señores de tiempos pasados. Busca la adversidad. Como te parezca, alma que busca el fuego y ansías el trono.
Vengo de Mirrah, tierra de caballeros. Mi espada siempre está preparada. No dudes en llamarme. Pase lo que pase, cuenta conmigo...