Tus acciones pueden bien salvar o destruir tu vida. Debes manejar tu espada con pleno conocimiento de las consecuencias.
Si la historia debe cambiar, que cambie. Si el mundo es destruido, que así sea. Si mi destino es morir, simplemente reiré.
Al-Mualim: ¿En qué creemos? Altair: Solo en nosotros mismos. Vemos el mundo como es en verdad, y esperamos que un día todos los hombres lo vean. Al-Mualim: ¿Qué es el mundo? Altair:Una ilusión, podemos someternos a ella, como casi todos, o trascenderla. Al-Mualim: ¿Qué es trascender? Altair: Reconocer que "Nada es verdad y todo esta permitido". Que las leyes no nacen de Dios sino de la Razón.
¡Creo que ha llegado mi hora! ¡Ojalá hubiera aprendido a leer! (cayendo al vacío luchando contra los Áurum)
¡Fuera tensiones! Respira profundamente y no pienses en nada. Y ahora, ¡calzones fuera! (mientras controla el cuerpo de Magno)
- Viridi: ¿A que te gusta comer, Pit? - Pit: ¡Y tanto! siempre repito... ¡y tripito! - Viridi: Pues todos los alimentos proceden de la naturaleza. Y si la naturaleza nutre tu cuerpo, ¿por qué la atacas? - Pit: Espera un momento. ¡ni que me merendara tu ejército!
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- Viridi: Así que has elegido esa arma, ¿eh? Si vieras mis uñas, ¡esas sí que hacen daño! ¡Con ellas puedo nivelar cordilleras y desviar el cauce de los ríos! ¡Incluso podría arrancar la corteza terrestre! - Pit: Pues te debes de dejar una pasta en manicura...
¿No hay ninguna entrada? (sobre la Colmena Áurum) ¿Y si abrimos una? (ante la negativa de Palutena) ¿Qué hacemos si no? ¿Volvemos a casa y pedimos una pizza?
Las Islas de las Sombras, dicen que no existen. Unas Islas pobladas por fantasmas y espectros. Cuentos para asustar a los niños, pero yo sé la verdad. He estado allí. En cuanto puse el pie allí, supe al instante que había algo raro en aquel lugar. Me picaba la piel y sentía una intensa náusea en el estómago. No era un lugar para los vivos. Pero también sabía, en lo más profundo de mi ser, sabía que las Islas me daban la bienvenida. Me querían allí. A medida que me que adentraba en ellas, veía la muerte a mi alrededor: árboles, hierba y flores de aspecto fantasmagórico me envolvían con su terrorífico resplandor. Era todo tan tranquilo y tan bello... Pasé mi mano a través de una hoja espectral que volaba en el viento, pero no había viento. Fue entonces cuando comprendí que la muerte era otro mundo y que yo estaba en la puerta del mismo. En ese momento escuché la canción la canción de la araña. Mi compañero empezó a gritar, le di un abrazo, le dije que no tenía nada que temer. Que iba a ir a un lugar mejor.
Cuando un hombre pierde el rumbo en la vida, el suelo que pisa se resquebraja lentamente, hasta que no queda nada.