Camino por un campo de otro planeta con una chica. Como siempre, no puedo ver su rostro. El viento por alguna razón se siente nostálgico.
Tohno por favor... por favor... no seas tan amable conmigo... Sentí que había llegado a entender por qué Tohno-kun era tan diferente a los otros chicos. Y al mismo tiempo me di cuenta de que realmente Tohno-kun no me miraba a mí. Es por eso que aquel día no pude decirle nada a Tohno-kun. Toho-kun es muy amable, pero... Pero Tohno-kun siempre estuvo mirando más allá de mí. Estoy segura de que nunca podría darle lo que en realidad desea. Pero a pesar de eso... mañana, el día siguiente y el que sigue... sé qué seguiré perdidamente enamorada de él.
En ese momento, sentí como si supiera perfectamente donde estaba la eternidad, nuestros corazones y nuestras almas. Sentí que podría compartir los trece años que he vivido con ella. Y entonces... Despues de eso... Me sentí insoportablemente triste. La calidez de Akari, su alma... ¿Cómo debería tratarlos? ¿A dónde podría llevarlos? Eso era algo que no sabía.
Muchas veces... quisiera irme lejos, muy lejos, a un lugar donde nadie me conozca, y comenzar de nuevo...
Ayer, tuve un sueño. Un sueño que he tenido desde hace mucho tiempo. En ese sueño, aún no habíamos cumplido los 13. Nos encontrábamos en un campo extenso, cubiertos completamente por la nieve. Las luces de las casas se extendían más allá del alcance de la vista, una imagen deslumbrante. Caminamos sobre la densa capa de nieve, sin dejar ninguna huella. Y así, algún día, podremos volver a ver los cerezos juntos otra vez, ambos, sin lugar a dudas, era lo que pensábamos.
En aquel entonces éramos pequeños y enfermizos, así que preferíamos la biblioteca al patio. Naturalmente nos volvimos cercanos por eso, por lo que éramos molestados por nuestros compañeros de clase.
Tohno es agradable. Es muy agradable... pero... siempre ha estado... buscando algo más allá, mucho más arriba que yo.
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En los últimos años, he avanzado sin ninguna esperanza, tan solo para tocar aquello que no puedo alcanzar.
El primer amor, las locuras que hacemos por este. La separación de un ser querido, los recuerdos de lo que con ella viví. Aquella carta que recibí hace medio año, la misma que me dio el valor para hacer este viaje. La tormenta de nieve que trata de impedir que llegue a mi destino… y, finalmente, la figura acurrucada en la sala de espera, cubriéndose del frío, esperándome…
Debe de ser el viaje más solitario que nadie pueda imaginar. Avanzar sin descanso hacia la oscuridad más absoluta, sin ni siquiera encontrar un átomo de hidrógeno. Creyendo que vas encaminado a descubrir los secretos del universo, de lo más profundo del inconmensurable abismo que es el espacio. Me pregunto hasta dónde deberíamos llegar... ¿Hasta dónde podemos llegar?
En ese momento,... sentí que sabía dónde se encontraban la eternidad, nuestros corazones y nuestras almas. Sentí que podía compartir los trece años que había pasado con ella. Y entonces, al momento siguiente, me embargó una tristeza infinita. El calor de Akari... y su alma, ¿cómo podría quedarme con eso y a dónde lo llevaría? Me entristecí ya que no tenía la respuesta a ninguna de esas preguntas. En ese momento supe que no estaríamos juntos para siempre. El peso abrumador de lo que nos deparaban nuestras vidas y la incertidumbre del tiempo frente a nosotros. Pero la creciente ansiedad que se apoderó de mí... pronto iba a derretirse. Todo lo que quedó fue la sensación de los dulces labios de Akari.
En ese momento comprendí que no estaríamos juntos para siempre. Entre nosotros se interponían irremediablemente unas vidas cruelmente largas y un futuro incierto...
Cuando me di cuenta de que la persona que más idealizaba también estaba llena de inseguridades, un sentimiento agridulce recorrió todo mi cuerpo.
Y una mañana, cuando por fin comprendí que me había perdido todo lo hermoso de esta vida, supe que había alcanzado mi límite, y dejé de buscarla...
Las cosas que tenía que decirle... y las cosas que yo esperaba que ella escuchara. Había tantas de ellas.
Cada minuto parecía una eternidad. El tiempo parecía deslizarse lentamente, con clara maldad hacia mí. Todo lo que pude hacer fue apretar mis dientes y tratar de contener las lágrimas...