En ese momento,... sentí que sabía dónde se encontraban la eternidad, nuestros corazones y nuestras almas. Sentí que podía compartir los trece años que había pasado con ella. Y entonces, al momento siguiente, me embargó una tristeza infinita. El calor de Akari... y su alma, ¿cómo podría quedarme con eso y a dónde lo llevaría? Me entristecí ya que no tenía la respuesta a ninguna de esas preguntas. En ese momento supe que no estaríamos juntos para siempre.
El peso abrumador de lo que nos deparaban nuestras vidas y la incertidumbre del tiempo frente a nosotros. Pero la creciente ansiedad que se apoderó de mí... pronto iba a derretirse. Todo lo que quedó fue la sensación de los dulces labios de Akari.

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