Este no es el lugar para mí. Realmente creo que no pertenezco aquí. Pero no sé donde quiero ir, y no tengo piernas que me llevarían a alguna parte.
Porque él siempre está en busca de algo más allá de mí. Él nunca puede verme. Lloré hasta quedarme dormida, pensando en él.
Todavía no sé lo que realmente significa crecer. Sin embargo, si da la casualidad de conocerte, algún día en el futuro, para entonces, quiero llegar a ser alguien de quien pudieses estar orgulloso de conocer.
Incluso si fuéramos a intercambiar miles de correos electrónicos... Nuestros corazones, probablemente no se habrían movido ni un centímetro más cerca.
¿Lo sabías? La velocidad a la que las flores de cerezo caen... A cinco centímetros por segundo... A esa velocidad, ¿Seré capaz de verte otra vez?
Ayer tuve un sueño... Un sueño que se ha repetido durante mucho tiempo... Soñé que aún teníamos 13 años... Estábamos en un campo completamente cubierto de nieve... La luz de las casas a lo lejos parecían estrellas... Caminábamos sobre la nieve fresca sin dejar ninguna marca y así... "Alguna vez seremos capaces de ver el cerezo juntos otra vez." Juntos, sin ninguna duda...
Nunca podré darle a Tohno-kun lo que él desea. Aún así... aún así, sé que cuando el día de mañana llegue, o el siguiente, seguiré amando a Tohno-kun.
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A menudo veía a Tohno-kun mandando mensajes, era entonces cuando soñaba que yo era la persona a quien se los enviaba. Y por alguna razón, soñaba con esto constantemente.
Desde el principio Tohno-kun me pareció distinto al resto de los chicos. Me empezó a gustar en el segundo año de secundaria, y desde entonces quise ir con él al mismo instituto. Y tras estudiar realmente duro conseguí que me admitieran. Aunque era un poco asustadizo, y cada día me sentía más angustiada. Aún así, me enamoro más y más cuantas más veces lo veo.
Realmente deseé protegerla. Deseé ser mas fuerte. Cuando pienso en eso, siempre... miro el paisaje a través de la ventana.
Toda la vida que teníamos aún por delante... la cantidad de tiempo, parecía ilimitada alargándose frente a nosotros. La ansiedad que tenía se esfumó. Y después de eso, sólo quedaban los tiernos labios de Akari.