Una actitud sincera hacia la música... Una voluntad tenaz que se enfrenta al miedo. Unas bases inamovibles. Así es el Chopin de Aiza.
Cuando dejaste de oír el piano, intentaste abandonarlo, pero seguías apoyándote en él. Por eso intentaste ocultarlo con polvo y libros, para no verlo. Le tienes aprecio, pero no puedes acercarte. Lo anhelas, pero no lo puedes tocar. Pese a que te entristece y te duele...
Fingí que no me daba cuenta. Solo dije cosas irresponsables, como "toca el piano" o "ánimo". Estás sufriendo por mi culpa. Lo siento... Lo siento...
Una chica enamorada de mi amigo. Como si nos escondiéramos de la plateada luna, los dos estamos en la sala de música, de noche, como si solo existiéramos nosotros.
El silencio momentáneo de antes de tocar las teclas... El momento de desprenderse de la confusión y las dudas... Cuando él tocó las teclas, se decidió mi futuro.
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Es cierto que Emi cambia fácilmente de humor. Como en un mar tormentoso, sus sentimientos se levantan inestables, como olas. Así que no me extrañaría que hoy llegará una de las grandes.
El piano está bien. Siento los dedos ligeros. Hoy estoy en forma. Seguro que es porque las tortas que comí para desayunar estaban buenas. Y porque el vestido me queda fenomenal. Y porque pude peinarme bien. Seguro que es eso. No, no es eso. No eres una niña, así que no te excuses ante ti misma. Él está aquí. Después de dos años, está justo al lado... Era más alto y más adulto, pero lo reconocí enseguida. Desde entonces, estoy de buen humor. Está justo ahí, mirándome.
Conversaciones absurdas. Un paisaje usual. Aún así, quizás lo recuerde bien porque... Probablemente... es culpa de esa noche de verano.