Estoy harto de esta lucha, Claudia. No por estar cansado, sino porque nuestro conflicto parece avanzar en una única dirección: hacia el caos.
¿Desmond? Ya había oído tu nombre antes Desmond, hace mucho tiempo y ahora persiste en mi mente como la imagen de un viejo sueño. Ignoro donde te encuentras o de que medios te vales para oírme pero se que me escuchas. He llevado la mejor vida que me ha sido posible, sin saber su fin pero atraído como una polilla a una luna lejana y aquí al fin descubro una extraña verdad, que soy un mero conducto para un mensaje que escapa a mi entendimiento. ¿Quienes somos?, ¿quien ha hecho que compartamos así nuestras historias?, ¿hablar a través de los siglos?. Quizás tu llegues a responder todas las preguntas que he formulado, quizás seas tú quien haga que todo este sufrimiento merezca al fin la pena.
- Altaïr: Un último favor, Niccoló. LLévatelas contigo y protégelas. Escóndelas si fuera necesario. - Niccoló Polo: ¿Artefactos? - Altaïr: En cierto modo. Son llaves. Cada una imbuida con un mensaje. - Niccoló Polo: ¿Un mensaje... para quién? - Altaïr: No sé, me temo.
Cuando era muy joven, fui tan estúpido de pensar que nuestro credo pondría fin a todos estos conflictos. Ojalá hubiera conseguido ser más humilde para pensar que ya había visto suficiente en mi vida. He cumplido mi parte.
- Altaïr: Has corrompido todo lo que representamos, y perdido todo el terreno ganado. Todo sacrificado en aras de tu propio rencor. - Abbas: ¡Y tú has desperdiciado tu vida mirando ese Fruto, soñando con tu gloria! - Altaïr: Es cierto, Abbas. He aprendido mucho de ese Fruto. Sobre la vida y la muerte, el pasado y el futuro. Déjame mostrártelo... - Abbas: Jamás te perdonaré, Altaïr. Las mentiras que contaste sobre mi familia, mi padre. La humillación que sufrí. - Altaïr: Pero no eran mentiras, Abbas. Tenía 10 años cuando tu padre vino a verme. Él lloraba, suplicando perdón por traicionar a mi familia. Y entonces se rajó el cuello. Vi consumirse su vida ante mí. Es una imagen que nunca olvidaré. - Abbas: No. - Altaïr: Pero no era un cobarde, Abbas. ¡Recuperó su honor! - Abbas: Espero que haya otra vida después de ésta. Lo veré entonces y sabré la verdad de sus últimos días... Y, cuando llegue tu hora, te encontraremos, y entonces ya no habrá más dudas.
- Altaïr: Decís que esos hombres son crueles. ¿Han alzado alguno su hoja contra un inocente? - Asesino : Sí. me temo. La brutalidad parece ser su única afición. - Altaïr: Entonces morirán, pues han puesto en peligro la Orden. Pero los que aún vivan según el credo serán perdonados. - Asesino : Puedes confiar en nosotros.
- Altaïr: Agua - Asesino 1: Claro. Siéntate. - Altaïr: Muchas gracias. - Asesino 4: ¿Qué te trae por aquí, anciano? - Altaïr: Compadeced a Abbas, mas no os burléis de él. Ha sido huérfano casi toda su vida, avergonzado del legado de su familia. Ansía desesperado el poder, porque se ve impotente. - Asesino 3: Es nuestro mentor. A diferencia de Al Mualim o Altair, no nos ha traicionado. - Asesino 1: Tonterías. Altaïr no era ningún traidor. Fue expulsado. Injustamente. Eres... Eres tú... Había oído rumores, pero no me los creía. - Altaïr: Me pregunto si podría hablar en persona con Abbas. Ha pasado mucho tiempo. - Asesino 3 : Imposible. Los fedayines de Abbas nos mantienen fuera del castillo. - Asesino 4 : Menos de la mitad de los guerreros son Asesinos de verdad. - Altaïr: Y, ¿por dónde empiezo?
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- Asesino 1: Dicen por ahí que grita en sueños, llamando a su padre. - Asesino 2: Abbas. Que tipo más miserable. - Asesino 3: No somos quiénes para juzgarlo. - Asesino 4: Claro, por supuesto que sí. Si nuestro señor se ha vuelto loco, querría saberlo.
Mamá se rió cuando le pregunté por ello. No hay escapatoria, dijo. Bueno, elegimos que batallas librar. Hay muchas para escoger….
Claudia, mi querida hermana. Llevo ya una semana en Acre sano y salvo y muy animado pero preparado para lo peor. Los hombres y mujeres que me han dado aquí cobijo también me han advertido que el camino hacia Masyaf está tomado por mercenarios y bandidos que no son de estas tierras, no me atrevo a aventurar lo que eso significa. Cuando partí de Roma hace diez meses lo hice con un único fin, descubrir lo que no pudo hacer nuestro padre. En una carta escrita un año antes de nacer yo, menciona una biblioteca escondida bajo las piedras del castillo de Masyaf, un santuario lleno de inestimable sabiduría. ¿Qué encontraré cuando llegue allí?, ¿quién me recibirá?, ¿una hueste de templarios impacientes como más me temo?, ¿o nada más que el silbido de un frío y solitario viento?. Masyaf no ha albergado a los asesinos desde hace casi 300 años, podemos seguir reclamándolo como nuestro, somos bienvenidos allí... Ah, estoy harto de esta lucha Claudia, no por estar cansado sino porque nuestro conflicto avanza en una sola dirección, hacia el caos. Hoy tengo más preguntas que respuestas, por eso he llegado tan lejos, en busca de claridad, en busca de la sabiduría que dejo el gran Altair, para entender mejor el propósito de nuestra lucha y mi lugar en ella. Si me sucediera algo Claudia, si fallara mi habilidad o mi ambición me descarriara, no busques venganza ni represalias en mi nombre, pero lucha por continuar la búsqueda de la verdad para que todos puedan beneficiarse. Mi historia no es sino una de miles y el mundo no sufrirá porque acabe prematuramente.
Nada es verdad, todo está permitido. Es una mera observación de la naturaleza de la realidad, decir que nada es verdad, supone darse cuenta que los cimientos de la sociedad son frágiles, y que debemos ser los pastores de nuestra propia civilización, decir que todo está permitido, es comprender que somos los arquitectos de nuestros actos, y que debemos vivir con las consecuencias ya sean gloriosas o trágicas.
¿Qué es un hombre si no la suma de todos sus recuerdos? Somos lo que vivimos, los cuentos que nos contamos.