Un día, repentinamente se abrió un hueco en el mundo. Y de ahí aparecieron un sinnúmero de monstruos. Luego, blá, blá, blá, blá, blá, blá y esto y lo otro, y así y asá... ¿Eh? ¿A mí qué me importa eso?
Cuando decidí convertirme en el mejor espadachín del mundo renuncié a la vida, pero no soy un suicida.
Vive tal y como tú desees Luffy. El ego lleva consigo coincidencias y posibilidades, y también a cuestionar al mundo. Nos volveremos a ver... cuando nuestros caminos se crucen nuevamente.
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Ya que vamos a sesgar miles de vidas, llevar ropa blanca hará que la sangre resalte y quede muy bonita.
Los momentos en los que lloras son también aquellos en los que debes seguir intentándolo con más fuerza. Por ese decidí llorar todo el rato. Así cuando llegue el momento de realmente querer llorar y derramar lágrimas, éstas ya se habrán secado.
La gente como nosotros no está cualificada para verse envuelta en un asunto tan dramático como lo es un suicidio. No importa cuán deprimido estés o cuánto dolor soportes, debes volver a tu rutinaria vida, a tu día a día. Y aún si decides hacerlo, habrás muerto en vano. Una muerte dramática no pega con nosotros.
La muerte es el fin de todo. Tu pasado y tu futuro se perderán en un instante en el que no habrá una segunda oportunidad, pero mientras luches por vivir existirán posibilidades de ganar.