El primero en morir fue el padre Van. Desde eso, mis colegas han sido victimas una tras otra. Y siempre pasa aquí dentro de la catedral. Esto no puede hacerse público. ¡Somos instrumentos de nuestro señor! Si se enteran de que nosotros somos atacados por esos sucios monstruos... ¡La gente perderá la fe!
He intentado ayudarla, pero debido a su naturaleza no sabía muy bien que hacer. Todo lo que pude hacer fue vendar sus heridas.
Ella me acogió cuando un yoma mato a mi familia. ¡Cuando hasta mi propia aldea me echo! ¿¡No tienes ni idea de lo feliz que me hizo aquello!? ¡Ella es más amable y cariñosa que cualquier persona normal!
¡Cállate! ¿¡Y tú qué sabes sobre Clare? ¡Está lista para morir peleando por todos! Pone su vida en peligro para protegernos a todos nosotros... ¡a los humanos!
¿Quién te crees que eres para hablarle así a mi hermana? ¡Ella es la más amable, la mejor persona que he conocido! Deja de hablarle como si la conocieras... ¡Porque no la conoces!
Estoy humillado. Aquí estoy, osando llamarme un sirviente de Dios, más aun así preocupándome por salvarme a mi mismo. Pero tú, una mitad monstruo, un cazador al que se le prohíbe hasta poner un pie en este pueblo... has decidido arriesgar tu vida luchando contra la criatura y te preocupa más ese muchacho que tu propio destino.
Pueden adoptar cualquier apariencia para ocultar su autentica forma... No se si es hombre o mujer, sacerdote o no creyente... El más frágil de los niños o el más viejo de los hombres. ¡Incluso puede ser un muerto!
Es extraño. Todos tienen la esencia del yoma, pero no el aura... y ninguno de ellos ha perdido el ojo derecho, como el que le atravesamos en nuestro pasado encuentro. ¿Habrá podido recuperarlo en solo dos días?
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Es aquí. Lo sé. Puedo sentir su aura. Pero debido a los efectos colaterales de las píldoras no puedo saber dónde se encuentra el yoma.
Lo siento, pero no me queda tiempo. No me contendré si os interponéis en mi camino. Si vais a venir a por mi, adelante.
Aunque ese hombre te hubiera pegado, no le habría detenido. Habría hecho lo mismo si hubiera intentado pegarme a mí.
Lo siento, Padre. Pero usted no es diferente de los demás. Aunque fueras quien hizo la petición a la organización. Y le he examinado ya varias veces, aun no he podido dar un veredicto. Déjeme... verlo a los ojos.
Tengo miedo de que uno de ellos se este escondiendo en la catedral. Él sabe que las de mi clase no podemos venir aquí, y que somos las únicas que podemos verlo.