Frases de Saint Seiya

Para mí, el Fénix, el miedo, sufrimiento, dolor, tristeza, desesperanza... son sentimientos patéticos, ¡me deshice de ellos hace mucho tiempo! Lo único que me queda es el corazón de un guerrero que ha caído en el infierno. Por eso... ¡yo continuaré peleando hasta que se agote mi vida.

Athena, aunque tu carne se pudra, en todas las direcciones de mi cosmo, te juro que tu espíritu vivirá por siempre tan orgulloso y bello, así como lo llevas ahora a través de la muerte, con la ilusión de los Campos Elíseos.

La muerte implica la desaparición absoluta; el sueño, en cambio, no provoca daño alguno. Detesto la violencia y la muerte. Por eso neutralizo a mis adversarios mediante el sueño eterno...

Mi destino... ¡Es sólo mío!

De repente quise creer en eso a lo que llamas amistad.

Nunca debes perder el valor suceda lo que suceda.

¡Shiryū malvado, quemaste mi mano!

Sea cual sea la razón, la vida se enriquece con la ilusión del futuro. ¡Nadie, ni los dioses, ni el diablo! ¡Nadie tiene el derecho a entrometerse!

Mi vida no es sólo mía, es de todos.

La definición de lo bueno y lo malo cambia de acuerdo a los momentos que vivimos.

Un hombre muere... cuando es olvidado.

La amistad es nuestro único tesoro en este mundo. Ignoro por qué razón lucha la gente yo prefiero dar mi vida por aquello en lo que creo.

Aún cuando superemos el sufrimiento, busquemos amor y felicidad la muerte unificara todo.

No entiendo porque nacemos en este mundo cuando no podemos desafiar algo tan completo y eterno como la muerte.

Tu muerte será dulce y en la otra vida sólo la paz guiará tus pasos

Cambiaré este mundo por un mundo para mí.

Athena acaso no te das cuenta de que los humanos deben ser destruidos.

La muerte no es el fin.

Trata de imaginar lo que me han hecho Dios, tú y los Arcángeles, he estado encerrado en las tinieblas de los infiernos alimentando el fuego del averno con mi odio y deseo de venganza, he sido víctima de la tortura que causa la angustia y el olvido. Dios me hizo su ángel más bello e inteligente para después castigarme por mi perfección.