El que siempre estuvo a mi lado, incluso en los momentos difíciles. Un chico que no es mi hermano. Mentiroso. Vas a alejarte de mí. Quizás es demasiado tarde, pero no quiero rendirme. Juego de base, soy descuidada y no entiendo nada de pianos, pero quiero estar a su lado. Odio la música. Siempre se lleva lejos a Kousei.
¡¿Por qué no dejas de tocar el piano?! ¡Estúpido músico! ¡Consuélame un poco, inútil! ¡Así no importa que estés o no estés!
Preferiría no haberme dado cuenta. Quería que todo siguiera como ahora para siempre. Pero... El tiempo corre. Watari... y Kousei... van en busca de algo, aunque tengan miedo, aunque sufran, aunque no sepan qué hay más allá... Caminan paso a paso, animándose a sí mismos. Avanzan, inspirándose el uno al otro, apoyándose. Soy la única que sigue inmóvil. El tiempo se para. El tiempo está parado para mí.
Eres como un gato. Si me acerco, te alejas. Si estoy herido, te acercas, como si quisieras compartir el dolor. Por eso eres tan importante.
Ya le compre algo y sería una pena desperdiciarlo. Sí. Soy quien toca su acompañamiento, así que es normal que vaya a visitarla. Voy y vengo. Siempre estoy buscando excusas.
Si me alejo, me es difícil volver a verla. Y eso que encontrarnos en la sala de música era tan natural... Ahora busco motivos para querer verte y para no hacerlo.
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Cuando hablo contigo, a veces me entristezco, a veces me tranquilizo... Estoy tan confusa que parezco tonta.
Otra vez. Otra vez. La música se vuelve a llevar lejos a Kousei. Estúpido. Estúpido Kousei. ¡Vete adónde quieras, estúpido Kousei!... Vivimos al lado. Es un chico más pequeño que yo que perdió pronto a su madre, al que no puedes dejar solo, y al que siempre quise animar. Un chico que pensé... que estaría siempre a mi lado. Un chico que quiero que esté siempre a mi lado.
Lo sabía... Eligió aquella canción por mí. "Mal de amores". Esa canción me hace recordar a mi mamá... Olor a suavizante. El sonido del piano que me llega pese a estar adormilado. Una canción de cuna calmada. Olor a antisépticos. Pisadas que resuenan. Un suelo de linóleo blanco manchado. Coincide contigo. Estás bien, ¿verdad? Lo de los exámenes no es mentira, ¿no? No irás a decir que no volverás a la escuela, ¿cierto? Podremos vernos de nuevo, ¿no? Tú no... Tú no desaparecerás... como mamá, ¿verdad?
Sí, cambiaste. Me doy cuenta enseguida. Ahora te brillan los ojos. Brillan como las luces de un coche. Especialmente... cuando tocas el piano. Desprendías amabilidad y ganas de hacer llegar tu música. Era como si gritaras "estoy aquí". Eres un pianista capaz de transmitir esas cosas.
Una conversación y bromas como las de siempre. Son pisadas más grandes que las mías, de chico. Qué extraño... Si se cruzan nuestras miradas, mi corazón se altera. Seguro que es porque el verano se va a acabar.