No estoy tan decidida como los demás de convertirme en música profesional, ni de darlo todo por la música, pero hay gente que me escucha. Hay gente que quiero que me escuche. Gente a la que quiero mucho. Por eso quiero estar aquí. ¿No puedo? De momento, ese es motivo suficiente para tocar.
¿Otra vez con lo de "hermano"? Te sugestionas a ti misma repitiendo que es tu hermano, como si fuera un conjuro. Porque si no lo haces... temes que se rompa la comodidad de tu relación actual.
Estás bien, ¿no? Lo de los exámenes no es mentira, ¿no? No irás a decir que no volverás a la escuela, ¿cierto? Serás tan abusiva como siempre, ¿verdad? Podremos hablar en la sala de música, ¿verdad?
Al principio, fue porque se burlaron de ti. Pero luego el sonido desapareció y... las palabras, los gestos y el olor de mi madre... sus recuerdos se hicieron sonidos que bailaban por el cielo.
Sí, cambiaste. Me doy cuenta enseguida. Ahora te brillan los ojos. Brillan como las luces de un coche. Especialmente... cuando tocas el piano. Desprendías amabilidad y ganas de hacer llegar tu música. Era como si gritaras "estoy aquí". Eres un pianista capaz de transmitir esas cosas.
Te gustan los sándwiches de huevo. La leche Moo Moo también. Aunque no lo parezca, también te gustan los dulces. No eres muy atlético. No puedes contradecir a Tsubaki y tienes un poco de envidia de la popularidad de Watari. No estás bajo la sombra de tu madre. Tú eres tú. No me refiero a que sea "típico de ti". Eso es muy ambiguo. Hagas lo que hagas, cambies o no, no importa. Tú seguirás siendo tú.
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Pero hay una chica que cree seriamente en el poder de la música. Tanto que hasta parece tonta. Por eso decidí que yo también creería en ella.
Si no las contengo, se me saldrán las lágrimas. ¿Lágrimas? ¿Lágrimas de alivio por hablar como siempre con Kousei? ¿Lágrimas de decepción por hablarle como siempre?
Mírame. Levanta la cabeza y mírame. Si solo miras hacia abajo, acabarás encerrado en la jaula de la partitura.
¿Qué importa la música? ¿Qué importan las palabras? Nosotros tenemos todo el tiempo que pasamos juntos y un montón de recuerdos insignificantes pero valiosos.
Ya hace tiempo que mi mundo cambió. Simplemente no me di cuenta. Y por encontrarme... Desde aquel día, mi mundo, incluso el teclado... Todo se volvió colorido.