En el otoño de 1937 el Ejército Imperial aceptó la propuesta formulada por el teniente coronel Yuuki y estableció una agencia clandestina para entrenar espías. Los trasfondos, nombres e incluso edades de los aspirantes reciben el trato de información ultrasecreta. Estudian diversos idiomas extranjeros, medicina, farmacología, física y telecomunicaciones... Ladrones y cerrajeros profesionales les enseñan sus técnicas. Gigólos les enseñan a seducir mujeres. Deben adquirir un gran número de habilidades. Sin embargo, por increíble que parezca, no había ni un postulante de la academia del Ejército Imperial Japonés. Provenían de universidades regulares o imperiales. O sea, eran gente común y corriente. Superaron los ejercicios de formación que los llevaron a sus límites físicos y mentales. Hasta que... solo quedaron ocho personas. No... Quedaron ocho monstruos.

Esta frase le gusta a

La frase ha podido ser editada después de que se haya enviado a moderación.

Comentarios

No hay mensajes