Frases de Joker Game

Estar libre de ataduras. Es algo, que requiere, no depositar tus creencias en nada,ni en nadie.

Abandonar las trivialidades como el amor y odio, traicionar lo que alimenta tu corazón y hacerlo aun lado.

... are lo que pueda, mientras pueda.

Los espías solo podemos operar en tiempo paz, una vez desatada la guerra perderemos la razón de existir

Son emperadores desnudos, jugando a ser espías.

Matar es la peor decisión que podría tomar un espía. Solo incita la investigación de terceros. Es un acto necio y sin propósito. En resumen, demuestra que no reúnes los requisito para ser un espía.

Yuuki. ¿Sabes cuál es la mayor diferencia entre la Agencia D y la Agencia del Viento? Su lema es "No mueras. No mates". Pero nosotros matamos cuando lo consideramos necesario. Admito que ustedes se nos adelantaron, pero no hay duda de que la Estrategia General está aquí. Y la conseguiremos aunque debamos matar a Shirahata. Así opera la Agencia del Viento. Gané, Yuuki.

-Si fueras un espía y el enemigo descubriera tu secreto, ¿qué harías?
-Tendría que matar a mi enemigo. Y si me fuera imposible, me mataría.
-Matar o suicidarse... son las peores decisiones que podría tomar un espía.
-No comprendo lo que quiere decir.
-Si alguien muere en tiempos de paz, la policía de su país se verá involucrada. Ya debería ser evidente para un espía, pero asesinar o suicidarse son planes de acción inútiles e insensatos.
-Así piensan los cobardes que le temen a la muerte. ¡Lo siento, pero los espías me parecen simples cobardes!
-Ya veo. Déjame preguntarte algo. Si cometes suicidio, ¿qué pasará después?
-Tras morir... vería a mis camaradas con orgullo en el más allá.
-Vaya, entonces morirías para presumir con tus compatriotas en la ultratumba. ¿Y si no los vieras allá?
-¡Eso sería imposible!
-Ya veo.

No lo olvides, aquí formamos espías. Cuando salgan de aquí, serán enviados por todo el mundo y tendrán que hacerse invisibles. Lo harán por diez, veinte o incluso más años. Su trabajo será el de irse al extranjero, asimilarse y volverse invisibles para recopilar información sobre ese país y traspasársela a Japón. ¿Puedes imaginar el tipo de vidas que llevarán? Lo único que les espera... es una soledad negra y vacía.

Imagina que la mesa es el escenario de una cumbre política internacional. Si se filtra tu información, no tendrás probabilidades de ganar. Lo mismo le pasó el año pasado a Japón durante la cumbre de desarme en Washington. Desde el comienzo, los jugadores en la mesa, los otros países, sabían la medida exacta en la que Japón estaría dispuesto a ceder. A Japón le preocupaban las reglas de la fachada. Nunca notamos la auténtica naturaleza del juego que se estaba desarrollando.

¿Piensas que todas las competencias deben ser justas? Si no te hubieran confiado el secreto, ¿estarías diciendo lo mismo?

- Nosotros... tampoco jugábamos al póquer.
- ¿Qué? ¿Qué hacían, entonces?
- Lo llamamos el juego del comodín.
- ¿El juego del comodín?
- En resumen... Aunque se realiza un juego de cartas sobre la mesa, no es más que una simple fachada. El objetivo es poner el resto de tu lado para que miren la mano del oponente y te hagan señas. Sin embargo, es imposible saber de qué lado está cada uno. Las señales podrían ser falsas o podrías ver las señas oponentes y cambiar tu mano. En algunos casos, podrías convencer al espía enemigo de traicionar su bando.

- En fin, no siempre se gana. Juguemos otro día.
- Sakuma-san, no perdiste en el póquer.
- ¿De qué hablas?
- Observé tus cartas y les hice señas al resto.

En el otoño de 1937 el Ejército Imperial aceptó la propuesta formulada por el teniente coronel Yuuki y estableció una agencia clandestina para entrenar espías. Los trasfondos, nombres e incluso edades de los aspirantes reciben el trato de información ultrasecreta. Estudian diversos idiomas extranjeros, medicina, farmacología, física y telecomunicaciones... Ladrones y cerrajeros profesionales les enseñan sus técnicas. Gigólos les enseñan a seducir mujeres. Deben adquirir un gran número de habilidades. Sin embargo, por increíble que parezca, no había ni un postulante de la academia del Ejército Imperial Japonés. Provenían de universidades regulares o imperiales. O sea, eran gente común y corriente. Superaron los ejercicios de formación que los llevaron a sus límites físicos y mentales. Hasta que... solo quedaron ocho personas. No... Quedaron ocho monstruos.