Colección - "Fuego"

Soy el hueso de mi espada, hierro es mi cuerpo y fuego es mi sangre, he creado mas de mil espadas, si darme cuenta de la perdida, ni consciente de la victoria.

Combate al fuego con el fuego. Y a todo lo demás también...

Todas las estrellas mueren. Algunas se desvanecen, otras estallan y otras forjan nuevos fuegos.

Las bandas son expectativas. Al recibirlas durante años, pueden volver tu cuerpo tan pesado que no puedes ni moverte. Pero cuando temes cubrirte de fuego te mantienen firme y te atan para que no puedas escapar. Es irónico. Entonces podría decirse que llegué hasta aquí sin huir gracias a ese peso.

La piromancia es el arte de invocar y manipular el fuego. Pero recuerda una cosa. Teme siempre a la llama. Podría devorarte por completo. Seria horrible tener que volver a ver eso...

Invocaste al rey de los espíritus de fuego.

El miedo es como el fuego, ¿cierto? Si puedes controlarlo, puede cocinar para ti, te puede calentar la casa. Si no puedes controlarlo, podrá hacer arder todo a tu alrededor y destruirte. El miedo es tu mejor amigo o tu peor enemigo.

La única cosa de la que puedo acordarme son las llamas. Se ve que el fuego se llevó todo sobre mí.

Fuego en tu mirada, cenizas a tu paso...

- ¡Veo fuego... fuego y destrucción!
- Normal colega. Eres un lanzacohetes.

Sin importar cuán pequeña pueda ser la llama, no necesita mucho para ser avivada hasta convertirse en una feroz llamarada. Haz tu mejor esfuerzo en no quemarte a ti mismo cuando manejes fuego...

Usare el fuego que se me fue dado en esta vida para quemar tus alas.

Literalmente un segundo más tarde, al liberar el poder completo de Daiguren Hyorinmaru, en cuestión de 4 segundos puedo congelar lo que sea que se encuentre delante de mí, ya sea tierra, agua, aire o incluso fuego.

- Usar el poder sin orden. Correr sin una meta. Destruir sin crear. El título de Rey de Fuego en verdad te sienta bien. Quemar hasta las cenizas sin razón alguna.
- En serio... tú... ¡Me haces enfermar!
- Sí, eso mismo.
- El nombre de Rey del Orden también te queda bien. Tratando de meterte en la vida de los demás con tus sermones largos y aburridos. En serio...tú...
- ¿Me enfermas?
- Sí, eso mismo.

Ser de la ceniza, ¿todavía escuchas mi voz?

Tus movimientos deben ser como el viento, tu cuerpo uno con la tierra, y debes impregnar tu espada con el fuego.

Caí ardiendo en el fuego candente, hundiéndome en las profundidades del abismo...

¡¡De los cielos lloverá fuego, y los mares se convertirán en sangre y toda la creación temblará ante el estandarte ardiente del Infierno!!

Lo que mora en él... No es una ira como un turbulento e incontrolable fuego que devasta todo, sino una ira como un mar profundo y calmado que se traga todo. Meliodas ha controlado perfectamente su ira.