¡Ahora mi odio me ha forzado a regresar al mundo humano... es hora de que descubras que tu único destino es la muerte!
Yo tocaré con todas mis fuerzas. Para que los que me oigan no lo olviden. Para poder permanecer siempre en su corazón. Esa es mi razón de ser. Porque soy música, como tú.
Sé que no puedes oírlo y que no tocas el piano, ya lo sé. Pero quiero que seas tú. Tal y como dices, puede que no hagamos una buena presentación. Pero tocaremos mientras tengamos la oportunidad y haya gente que nos escuche.
No se oye nada. Es como si estuviera en el oscuro fondo del mar. No hay nadie. Es oscuro, muy oscuro.
Para ser sincera, a mí me da igual si toca el piano o no. Pero si lo deja, quiero que lo deje porque quiere. Me duele verlo así, es como si lo hubiera dejado a medio camino.
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Te enamoras de la comida, te enamoras del violín, te enamoras de la música. Por eso resplandeces tanto. ¿Cómo se llamaba este sentimiento? Probablemente... Probablemente se llame admiración.
Cuanto más me concentro, cuanto más me entrego, el sonido que toco se retuerce, como una flor arrastrada por el viento primaveral, hasta alejarse y desaparecer.