Las cargas que llevamos, las personas que no pueden volver... Encerramos esas cosas en nuestro interior, en un santuario del corazón que es frágil y se seca fácilmente.
Es un placer conocerte, Teiichi. O más bien debería decir adiós, Teiichi. No vengas a verme nunca más. Estoy segura de que me hiciste sufrir. Por eso me olvidé de ti. Creo que no deberíamos volver a vernos.
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Hay muchos factores invisibles que se combinan para producir un resultado impredecible, pero inevitable.