Cuando era joven, solía matar a los tipos como tú instantáneamente. Pero cuando crecí, comenzó a gustarme escuchar las historias de mi adversario de otra manera, me olvidaría a quien mate.
Os llamé aquí porque... Después de luchar personalmente con cada uno de vosotros sé... Que puedo confiar en vosotros.
- Antes de luchar contra el décimo de Vongola... ¡¡Primero necesitas el permiso de su mano derecha!! - ¡¡Exacto!! ¡Por cierto, yo soy su mano derecha!
Corre. Si aprecias tu vida y por el amor de Dios, Dino Cavallone, corre. Y es que nadie le suelta a Xanxus que fue derrotado por Tsuna "El inútil" y sale entero digan lo que digan los relojes, Checker Face o, sin perdón, su puta madre. Que bien podría luchar; no en vano Dino es, así a ojo, el único de los presentes que todavía está como una rosa. Pero sabe que si lo hace Kyouya se empeñará en imitarle, o probablemente intentar noquearle, diciendo algo así como que no le quiere alardeando y que puede encargarse del asunto él solo. Además (y esto lo dice con la boca pequeña) no quiere hacerle daño a Squalo. El tío sigue siendo su amigo, joder.
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Veamos. Por suerte los obstáculos principales, llámense Varia, parecen más enfocados en Hibari que en él y puede pensar tranquilo. Total; para lo que le sirve, igual da. Sabe qué debe hacer: el problema radica en el cómo y el cuándo. La carcajada estruendosa de Xanxus le taladra los oídos, seguida por un coro de pasos ansiosos y gritos. El de Mammon, dicho en un tono tan agudo y alarmado que no parece suyo. El del propio Xanxus, rugiendo a sus subordinados que lo suelten. El de Lussuria, rogándole que no rompa el reloj. Pero es el de Squalo el único que hace a Dino reaccionar. —¡¡VOI, HANEUMA!! —berrea, encajando los nada cariñosos codazos que se estrellan contra su cara—. ¡Date prisa y llévate a Hibari de aquí!
Y, como si hubiera oído un abracadabra, el sujeto de la discordia vuelve su rostro hacia él. Dino balbucea y tose apurado al sentir las pupilas de Kyouya taladrándole. —Entonces... —hala, ya está. Es que se veía venir—, empezaré contigo. Dino alza una mano y se rasca ridículamente la mejilla. Mierda. —Así que al final acabamos así, después de todo.
Se yergue y cruza con Squalo una mirada significativa. Éste logra asentir antes de recibir un señor puñetazo, digno exponente de la Varia Quality, en plena boca. Ouch. Eso ha tenido que doler. Dino esboza una sonrisa de disculpa y torna a mirar a Hibari. Le guiña un ojo. —Bueno, Kyouya... —la situación amerita una frase ingeniosa. A ver, a ver...—. ¡Tú la llevas! Más tonto y no nace. Eso es lo que piensan Hibari, Squalo e incluso el bueno de Fon antes de que Dino salga disparado, cual corredor de los cuatrocientos metros lisos, con un cabreadísimo líder del Comité Disciplinario tras él.
Logra perderlo de vista dando rodeos entre los vehículos estacionados. El aparcamiento, silencioso y medio a oscuras, provoca a Dino una aprensión de lo más inoportuna. Entre que nunca le han gustado los sitios con poca luz, y el par de veces que un mercenario ha salido de detrás de un Volkswagen para tratar de descerrajarle un tiro en la frente, esa clase de lugares no son precisamente sus favoritos. Aparte, tener a Kyouya rondando por ahí en plan Stallone tampoco ayuda. Casi le puede oír canturrear "sal, ratita, quiero verte la colita". Escalofriante. Fon lo nota y le da unas palmaditas de ánimo en el brazo.