Veamos. Por suerte los obstáculos principales, llámense Varia, parecen más enfocados en Hibari que en él y puede pensar tranquilo. Total; para lo que le sirve, igual da. Sabe qué debe hacer: el problema radica en el cómo y el cuándo.

La carcajada estruendosa de Xanxus le taladra los oídos, seguida por un coro de pasos ansiosos y gritos. El de Mammon, dicho en un tono tan agudo y alarmado que no parece suyo. El del propio Xanxus, rugiendo a sus subordinados que lo suelten. El de Lussuria, rogándole que no rompa el reloj. Pero es el de Squalo el único que hace a Dino reaccionar.

—¡¡VOI, HANEUMA!! —berrea, encajando los nada cariñosos codazos que se estrellan contra su cara—. ¡Date prisa y llévate a Hibari de aquí!

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