Y, como si hubiera oído un abracadabra, el sujeto de la discordia vuelve su rostro hacia él. Dino balbucea y tose apurado al sentir las pupilas de Kyouya taladrándole.
—Entonces... —hala, ya está. Es que se veía venir—, empezaré contigo.
Dino alza una mano y se rasca ridículamente la mejilla. Mierda.
—Así que al final acabamos así, después de todo.
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