Esto es demasiado. Ella me ha cuidado como una madre desde que era pequeño, a expensas de su salud. Ella nunca hace nada por ella, siempre posponiendo su matrimonio. Pero ahora se aferra a la felicidad por sí misma... Antes de que muera... Quiero que saboree el verdadero sabor de la felicidad, como una persona normal.
No me preocupa mi reputación... Para nada. Lo único que quiero... es que la mujer que amo sea feliz. Tal vez suene tonto, debido a las circunstancias... pero quiero que se case con un tipo común, y que tenga hijos. En resumen, una vida común. Eso la hará feliz.
Fue su luz la que hizo que él se fijara en mí. Estoy segura que esa luz volverá a despertarlo. Por eso, para preservar el brillo de la perla más hermosa, hundiré en las profundidades del mar de todos los demás.
Quiero que sepas que al menos una persona estuvo esperándote y que no estás solo en este mundo. Seré una perla que brillará aún en la más profunda oscuridad del océano, y que cuya luz guiará tu regreso. Yo... te seguiré esperando por siempre.
Desde el principio mi cuerpo ya estaba lleno de espíritus y maldiciones por todos los enemigos y el rencor de mis compañeros que se han acumulado hasta ahora. Así nunca podré ir al paraíso, no cabe duda. Con una o dos maldiciones más en el cuerpo, eso no va a cambiar. Si alguien se muere, no pienso detenerme. Lo llevaré todo sobre mis hombros y continuaré hacia adelante. Así ellos no se reirán de mí en el infierno.
Una espada maldita de la cual no puedes deshacerte... Evidentemente, eres uno con tu espada. Es la espada perfecta para ti.
Para que sepas, tú no eres la única que envejece. Sin importar cuán hermosa sea una persona, al final envejece y muere. Y aún así... ¿No crees que aunque lo exterior cambia... hay cosas que nunca cambian? No importa cuántos meses o años pasen para que este cuerpo se desmorone, ¿no crees que hay cosas que no se desmoronan? Aunque nos llenes de arrugas, no perderemos ante ti. No sabes nada de la verdadera belleza.
Si crees que vas a poder matarme, adelante... ¡Hazlo! Matas a la gente que te cae mal, envejeces a la gente para verte más bonita. Haciendo eso no vas a lograr la belleza eterna que tanto anhelas. Puedes obtener la juventud eterna, puedes tener las ropas más hermosas, pero déjame decirte algo: Eres horrible. Eres horrenda de corazón. Tanto que hasta da risa.
¡Sé positivo, Shinpachi! ¡El mundo no es más que un reflejo de tu corazón! Si controlo mi corazón, podré teñir al mundo del color que yo quiera.
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No lo sé, pero déjame decirte una cosa: Durante todo este largo tiempo que has esperado a ese hombre, él, dentro de esa cápsula, en la máxima oscuridad... Ha estado pendiente de ti, e iluminando como la perla más brillante de todas. Para que tú no te perdieras en el camino.
Urachima-sama, al parecer no podremos volver a reunirnos en esta vida. Pero al menos, en la tranquilidad del fondo del mar, podré estar junto a usted y descansar durante toda la eternidad.
Tama, si fueras un electrodoméstido tal vez te creería que quieras esforzarte tanto por ser útil, pero... Con sólo lograr hacer sonreír un poco, puedes quedar satisfecha.
¿Sabes a cuántas personas puede ayudar un simple tornillo? Casas, vehículos. Es la base estructural de todo eso. Es la personificación del deseo de querer ayudar a la humanidad, no hay nada que se le compare. Es lo que todos los robots queremos ser, tan útiles para la sociedad como un simple tornillo. El tornillo es el símbolo del corazón de nosotros, los robots.
Eso no tiene nada que ver. Ya sea robot o ladrona, yo la veo como si fuera mi hija... y por eso quiero que disfrute la vida.
Ese es el potencial de esos que llamas horribles. No podrás detenerlos ni con tus horribles métodos. No importa cuánto los arrgues, o cuánto les encorves sus espaldas. Nunca podrás torcer sus espadas. No existe nada que pueda detenerles.
Yo no tenía hogar, y la persona que me enseñó lo que era una familia fuiste tú, oyaji. Oyaji, ese día lo decidí. Si bien es cierto que dentro de mis venas no corre tu sangre, la sangre que corre por las mías lo hace en el mismo lugar y por el mismo motivo que la tuya.
No hubo hostilidad, temor ni desprecio. El primer adulto que me sonrió fue alguien aún más desalmado que yo. Yo, que hasta entonces había sido un perro callejero, me había convertido en un perro guardián. Antes nadie me necesitaba, y me odiaban. Pero al sentir que era necesitado por alguien, me hizo feliz, aunque fuera por ser un perro guardián.