Ayer tuve un sueño... Un sueño que se ha repetido durante mucho tiempo... Soñé que aún teníamos 13 años... Estábamos en un campo completamente cubierto de nieve... La luz de las casas a lo lejos parecían estrellas... Caminábamos sobre la nieve fresca sin dejar ninguna marca y así... "Alguna vez seremos capaces de ver el cerezo juntos otra vez." Juntos, sin ninguna duda...
Cada minuto se sentía como una eternidad, como si el tiempo tuviera malas intenciones y estuvieran fluyendo sobre mí.
Este no es el lugar para mí. Realmente creo que no pertenezco aquí. Pero no sé donde quiero ir, y no tengo piernas que me llevarían a alguna parte.
Porque él siempre está en busca de algo más allá de mí. Él nunca puede verme. Lloré hasta quedarme dormida, pensando en él.
Muchas veces... quisiera irme lejos, muy lejos, a un lugar donde nadie me conozca, y comenzar de nuevo...
Si tuviera cola como los perros... estoy segura de que estaría moviendola de un lado al otro, porque sería incapaz de ocultar mi felicidad.
En los últimos años, he avanzado sin ninguna esperanza, tan solo para tocar aquello que no puedo alcanzar.
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En ese momento comprendí que no estaríamos juntos para siempre. Entre nosotros se interponían irremediablemente unas vidas cruelmente largas y un futuro incierto...
Realmente deseé protegerla. Deseé ser mas fuerte. Cuando pienso en eso, siempre... miro el paisaje a través de la ventana.
Ayer, tuve un sueño. Un sueño que he tenido desde hace mucho tiempo. En ese sueño, aún no habíamos cumplido los 13. Nos encontrábamos en un campo extenso, cubiertos completamente por la nieve. Las luces de las casas se extendían más allá del alcance de la vista, una imagen deslumbrante. Caminamos sobre la densa capa de nieve, sin dejar ninguna huella. Y así, algún día, podremos volver a ver los cerezos juntos otra vez, ambos, sin lugar a dudas, era lo que pensábamos.
El primer amor, las locuras que hacemos por este. La separación de un ser querido, los recuerdos de lo que con ella viví. Aquella carta que recibí hace medio año, la misma que me dio el valor para hacer este viaje. La tormenta de nieve que trata de impedir que llegue a mi destino… y, finalmente, la figura acurrucada en la sala de espera, cubriéndose del frío, esperándome…
En ese momento,... sentí que sabía dónde se encontraban la eternidad, nuestros corazones y nuestras almas. Sentí que podía compartir los trece años que había pasado con ella. Y entonces, al momento siguiente, me embargó una tristeza infinita. El calor de Akari... y su alma, ¿cómo podría quedarme con eso y a dónde lo llevaría? Me entristecí ya que no tenía la respuesta a ninguna de esas preguntas. En ese momento supe que no estaríamos juntos para siempre. El peso abrumador de lo que nos deparaban nuestras vidas y la incertidumbre del tiempo frente a nosotros. Pero la creciente ansiedad que se apoderó de mí... pronto iba a derretirse. Todo lo que quedó fue la sensación de los dulces labios de Akari.