Dante: Dime muchacho... ¿cómo te llamas? Nero: Nero. Dante: Ese nombre mola mucho. Nero: El tuyo tampoco está mal.
No me importa convertirme en demonio, lo acepto, viviré en el exilio, haré lo que sea necesario para protegerla...
-Nero: Creo que debería darte las gracias. -Dante: Eso no te pegaría... En vez de eso, deberías dejarlo en un par de insultos. -Nero: Es verdad,eso suena mejor. Pero estoy en deuda contigo... -Dante: Relájate... Tenía mis motivos para ayudarte. Cuídate. -Nero: ¡Espera! Te estas olvidando esto. -Dante: Quédatela. -Nero: ¿Que? pero creía que significaba mucho para ti... -Dante: Como todos los regalos que valen la pena, supongo. Quiero que la tengas tu, te la confió. -Dante: Lo que hagas a partir de ahora, ¡es cosa tuya! -Nero: ¡¡Ey Dante!! ¿nos volveremos a ver? -Dante: ¡¡Desde luego chico!!
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Nunca me tome esas leyendas al pie de la letra. Pero sé que Sparda tenía corazón. Un corazón capaz de amar a otra persona, a un humano.