Ni un día se me permitió soñar, el deber de una mujer, si se le concede alguno, es amar al hombre que se le imponga al frente.
En una batalla deberás arrebatar muchas vidas, incluso puedes llegar a morir sin siquiera luchar, sin sentido, sin clemencia, ¿podrás mancharte de sangre y fango, congelar tu corazón y luchar sin miramientos para hacerte con la gloria?
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Al final, mi destino esta sellado, pero no me importa lo fuerte que clame el mundo, ni cuan firmemente Dios me niegue una vez, y otra vez, y una vez mas, al final alcanzare la luz.
Yo no quiero morir, se con certeza que no iría al cielo si lo hiciera, porque yo soy un niño demonio, es por eso que no consigo que mi madre sienta cariño por mi.
El que ames a una mujer no te convierte en un hombre, y tu lo sabes, es una historia de amor y cortejo, será mejor que te olvides de los finales felices, a menos que puedas tener fe hasta el amargo final.
Si Dios nos dio la carne para castigarnos por nuestro pecados, entonces este cuerpo se hubiera convertido en la prisión de mi alma, pero el que mi alma muriera me regalo la paz, si ya no tengo un alma no hay prisión que la retenga o la asfixie.
La gente jamás cambiara, si crees que alguien lo ha hecho con éxito es porque no la conoces lo suficiente.
Las maldiciones de los muertos solo atormentan a los vivos, los demonios, simplemente, hacen lo que les plazca.
En mi corazón solo existe un deseo, una luz que ilumine mi camino en este oscuro mundo, durante mañanas sangrientas, durante duros tormentos y en las noches solitarias, una luz para iluminar nuestro camino, una luz que revele la verdad, deseo que alguien se convierta en esa luz.