Me dan asco, son todos unos cobardes. Como quieran, los devoraré, los convertiré en mi carne, mi sangre y no mirarán más allá porque yo... ¡Yo soy el Rey!
Cuando vine a Hueco Mundo... Sentí como si una fuerza despertara dentro de mí, como una agitación. Eso... Era algo que nunca había sentido, ni siquiera cuando fui a la Sociedad de Almas. Desde que llegué aquí esa agitación iba creciendo cada vez más... Y entonces... Mientras me golpeabas con tus ataques, por primera vez... Sentí como la agitación empezaba a calmarse. Entonces pensé, "¿puede que la agitación fuera pura alegría?" Cuando llegamos a Hueco Mundo, mis poderes se agitaban como si estuvieran volviendo a casa. Y a lo mejor la áspera bienvenida de un hermano les ha hecho reaccionar.
Me siento mal al saber que son muchas más las personas a las que tengo que agradecer, que a las que me tienen que agradecer a mí por algo.
¡Como su aprendiz, no puedo retractarme en esto! Agradezco que te preocupes por mí, pero tú reputación es más importante que mi vida incluso.
Los alcanzamos con nuestras manos, peinamos las nubes y perforamos el cielo, tomamos la Luna y Marte pero aun así no alcanzamos la verdad.
Te has fiado de tus ojos que pueden ver y por ello no puedes ver la verdad. Tus ojos no pueden ver la verdad que yo puedo ver.
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Cuando morimos, nuestros cuerpos se convierten en partículas las cuales forman la sociedad de almas, entonces, ¿dónde quedan nuestros corazones? Nuestros corazones se los dejamos... A nuestros amigos, así continuaremos viviendo por siempre dentro de ellos, por eso, Kuchiki, no te atrevas a morir sola.
¿Acaso estás hablando de dignidad...? Si ese es el caso... Permite decirtelo... No puedes salvar al mundo solo con dignidad.
¡Ten orgullo y grita! Aunque seas el único en quien puedas confiar, ¡esa es la imagen que guardo de ti en mi corazón, Ichigo!