- Cal: ¿Odias a los asesinos? - Reiji: Sí. - Cal: ¿Eso significa que te odias a ti mismo? - Reiji: Sí, lo hago. Matar es como mi segunda naturaleza y ya no puedo regresar. Es por eso que me odio. - Cal: Pero Reiji... - Reiji: Yo ya estoy roto. ¡¿Quieres volverte como yo?!
Romero... déjame llevarte a donde perteneces. A un lugar donde nadie pueda alcanzarnos. A la velocidad necesaria para borrar el pasado. Y llegar ahí.
- Reiji: ¿Aún no te aburres? - Cal: Claro que no. - Reiji: ¿Tanto te gusta esa canción? - Cal: Si. Porque la recibí de la persona que más quiero. Creí no tener nada... no tener lo que la gente normal tiene. Por eso creí que nunca lo tendría. Gracias, Reiji. Quiero estar para siempre contigo.
- Claudia: Siempre quise correr así. Conduciendo a velocidad inalcanzable, dejando todo atrás. - Lisie: Podrías salir volando al cielo. - Claudia: Eso sería grandioso. Verdadera libertad.
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- Ellen: ¿Quieres morir así sin hacer nada? - Reiji: Si eres mi oponente, soy como un ratón en una ratonera.
Ésta es tu tierra natal. Has cambiado mucho desde que llegamos aquí. Lo sé sólo con verte. Tu corazón se abre lentamente.
Es hora de despertar de nuestros sueños. Si fuera posible, me gustaría que siguieras soñando, para olvidar lo que has pasado.
- Ellen: Aún necesito confesar mis pecados. - Reiji: ¿Confesar tus pecados? ¿A quién? - Ellen: Directamente a Dios, porque algún día me encontraré con él.
Estos últimos seis meses, tu sonrisa y tu rostro dormido estaban llenos de felicidad. Sólo verte así me llenaba de felicidad. Si tu ciudad natal puede darle paz a tu corazón... algún día yo también... Ése es mi sueño. Porque me prometiste que algún día me llevarías a mi hogar.
No quiero que la felicidad que has disfrutado hasta ahora sea una mentira. Podemos volver después. Incluso si dejamos este país, no despareceremos. Con seguridad, algún día serás capaz de regresar a tu ciudad natal. Vendrá un día en la cual podamos vivir realmente una vida normal. Pero aún no es ese día.