No importa las veces que cambiara de escuela, decir "adiós" era muy fácil para mí. Nunca había alguien que valoraba mi presencia lo suficientemente, como para lamentar mi perdida. Naturalmente, era completamente razonable, ya que evitaba envolverme con los demás. Si me voy o no, nadie estaría triste, porque nada cambia. No tenía un valor para el mundo... eso es lo que yo pensé.

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