Algunas cosas cambian, y otras siguen igual. Las fronteras cambian, llegan nuevos jugadores, pero el poder siempre encuentra dueño. Luchamos y sangramos junto a los rusos. Debimos imaginar que nos odiarían por eso. La historia la escriben los vencedores. Podríamos haber ganado, pero derribas a un enemigo y aparece otro peor para sustituirlo. Los lugares cambian, los argumentos, el objetivo. Los enemigos de ayer son los reclutas de mañana. Entrénalos y reza para que el día de mañana no te odien por haberlo hecho.
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