Para la mayoría, la felicidad es una especie de trato que se hacen a si mismos. Como una promesa. En pocas palabras, la felicidad es la recompensa a un esfuerzo. Pero aunque tú también te esfuerzas, después tomas decisiones equivocadas para no recibir esa felicidad como premio. Eso viola el pacto que haces contigo misma. Siempre debes pagar y cobrar, aunque la que debe y reciba seas tú misma. Si ganas la lotería, debes reclamar el premio. Ése es tu pago equivalente. Da igual que si debes dinero, debes pagarlo. Si ganas trescientos millones, debes aceptarlos. Ni más ni menos, porque si no el equilibrio se rompería.

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