Colección - Kuroshitsuji

Siempre me demuestra más de lo que espero. No esperaba menos de mi alma... No, de mi Bocchan.

¿Por qué no jugamos a los dardos? Creo que fallé. Ahora, ¿a dónde apuntaré?

Lady Elizabeth, su fuerza es auténticamente digna de admiración para estándares humanos, claro está.

Debo admitir que, imitando y parodiando la misma idea frente a sus caras fue en verdad ingenioso. Usted sí que es siniestro, Joven Amo.

Consumiéndose en su propio cuerpo, y extinguiendo su propia vida... Muy parecido... A un ser humano. Una débil y pálida llama que es fácilmente sofocada por una simple ráfaga de viento, y que puede ser extinta más raudamente y sin esfuerzo. Sin embargo, esas cosas son la razón por la cual... Es siempre tan hermoso.

Por ello es mi deber iluminar su camino mientras viaje a través de la oscuridad, deberé servir como el guardián de su llama, para que nunca se extinga. Después de todo, soy simplemente... Un demonio de mayordomo.

No puedes aferrarte a una espada guiada por el engaño.

No estoy loco. Prefiero el término mentalmente alegre.

El mundo no es un juego en el que debes respetar las reglas para poder ganar. Siempre hay piezas que se saltan las normas y peones que se vuelven contra ti.

- Pero es una piedra maldita.
- Maldición... entonces es perfecta para mí.

La diferencia entre educación y el lavado de cerebro es tan fina como una hoja de papel.

Aunque odio ser pateado por otros, disfruto el sentimiento de patear a los demás.

Pienso que debo matarte, pero eso sería muy problemático. Vive como quieras, pero hazlo donde no pueda verte.

-¿Dolerá?
-Si, un poco. Trataré de hacerlo tan gentil como pueda.
-No. Hazlo tan doloroso como puedas, graba el dolor de mi vida en mi alma.

En este mundo no hay reglas y de haber reglas, sería yo quien las crearía.

Mi alma es tuya tal como prometí, pero nunca espere que te preocuparas realmente por mí.

Solo existen dos tipos de personas en este mundo, los que roban y a los que le roban y esta noche yo les he robado su futuro.

Aunque me pusieran al borde de la desesperación, me agarraría con fuerza la oportunidad que se me brinde, aunque sea tan fina como la telaraña. Nosotros los humanos, tenemos ese espíritu. Aunque aferrarse a eso depende de la propia persona.

El dolor y la desesperación te pertenecen... solo debes convertirlos en fuerza para levantarte y seguir caminando.

No siento respeto por Dios, digo, en el remoto caso de que existiera, ¿quién más crearía un ser a su imagen y persona para olvidarse de ella a los pocos años después?