No es como si no hubiera nada divertido que hacer aquí, puedo leer cualquier libro en el planeta y cantar cuan alto quiera, sin que me importe si me ve la gente. Y puedo jugar con el visitante ocasional.
Yo nací y me crié en este planeta. Sin sentimientos amargos por la cuna en la que dormía, no de como se ve a tus ojos pero me gusta esta vida donde tengo todo un planeta para hacer lo que me plazca.
¿Solitaria? Nunca podría concebir tal cosa. No dejare este lugar por una razón como esa. Inclusive si tuve tal emoción, hace mucho tiempo que la olvide.
Después de la gran guerra, un pequeño número de Yato sobrevivió dispersado, moviéndose a diferentes planetas. Pero hubo quienes eligieron no abandonar su planeta y morir junto a él. De esos que eligieron sobrevivir alimentándose de su envenenado planeta, al poco tiempo muchos habian muerto, pero entre ellos hubo quienes se adaptaron al entorno hostil.
Todos ustedes abandonaron este planeta porque no podían seguir viviendo en él. Pero no se puede vivir en otro lugar mas que aquí. Por eso sigo aquí.
El orochi no te estaba rechazando, ellos solo estaban emocionados. Quizás aquí en este planeta el cual todos han abandonado y olvidado, ellos tan solo estaban felices de ver a alguien que los recordaba.
Esta no es la casa de un extraño. Es tuya, la tierra natal de todos los Yato. Si quieres volver, eres libre de hacerlo sin permiso de nadie.
Sólo son buenos modales el ir a tocar la puerta y decir tu nombre cuando visitas la casa de un extraño.
Había algo que quería decirle yo mismo, y no mis instintos... Me llamo Kankou, tal vez puedas decirme tu nombre la próxima vez que venga.
Era un poco salvaje y primitivo, una expresión instintiva a la que llamaría amor a primera vista. Estaba tan nervioso que fue como si volviera a ser un pequeño mocoso. Estaba siendo sacudido por mis instintos, pero esa mujer ni siquiera me daba un vistazo.
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Por tres días y tres noches esa mujer peleó sin parar para calmar a los orochi, y por tres días y tres noches le hable bonito sin parar para ve si calmaba mi propio orochi.
Esa mujer es peligrosa, puedo terminar muerto si me involucro con ella, eso me dicen mis instintos. Pero al mismo tiempo mis instintos me dicen... Señorita, que tal si en vez de calmar a ese orochi, calmas el orochi bajo mis pantalones.
De entre todas las incontables criaturas que viven en este planeta solo es una especie la que murió, la gente.
Este planeta no esta muerto. El suelo esta seco, el agua esta podrida, y la gente ya no puede seguir viviendo aquí, pero esos que comen suelo árido siguen con vida. Esos que beben agua podrida siguen con vida. Yo sigo con vida.
Con el planeta natal de los Yato sumido desde hace tiempo en la devastación no debería de haber nadie en absoluto. Pero ahí en ese planeta, había una mujer.
Se ha roto la cadena, ¿eh? La cadena que inconscientemente reprimía sus habilidades Yato por el miedo de matar a alguien, conectada con su cordura porque su amigo estaba en peligro. Al fin a despertado.