Bienvenidos a Estalia, caballeros. No les mentiré, las posibilidades de que sobrevivan son escasas; algunos incluso pueden volverse contra sus amigos como cadáveres vivientes... Pero tienen mi palabra de que usaré mis dones arcanos para asegurar que sus cuerpos sean entregados al jardín de Morr. ¡Esta es la mayor recompensa, más que el oro, ya que el destino de sus almas es una preocupación eterna! Ahora, vengan. Síganme, acaben con los no muertos que se alzan contra nosotros, permítanme encontrar este amuleto sobrenatural. ¡No pido por mis propios estudios egoístas, sino por el bien del Imperio!
¡Hombres de Reikland! Los pieles verdes asaltan nuestra capital. ¡La suya es una raza vil que Sigmar juró expulsar de nuestras tierras, y aun así se atreven a regresar! ¡Únanse a mí, hombres, porque no descansaré hasta que todos los malditos goblins ardan en una pira!
Para la gente común, somos incognoscibles. Caídos. Corruptos. Temidos con razón. No puedes entender nuestros orígenes, nuestros motivos... la comprensión naciente de que no somos "caídos". Somos. Ascendidos.
Soy Karl Franz y nací en este mundo, igual que tú. Un mundo de guerra incesante y terrores infinitos. Pero con una nación de hombres en su corazón, un bastión de esperanza y coraje: el Imperio. Liderado por los cobardes, destrozado por los codiciosos, debilitado y expuesto, siempre a la defensiva. Pero ya no. ¡Ahora, nos unimos! ¡Para purgar el mal que se atreve a enfrentarnos! ¡Sígueme y desterraremos esta oscuridad! ¡Juro esto como tu Emperador!
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En los siglos que he sido Gran Rey, nuestros enemigos nos han creído débiles. Cobardes que se esconden en lugares oscuros y angostos. Necios.