Aprendí que no importa lo mucho que quisiera algo, sin importar que tanto lo desee, a veces está fuera de alcance... Entonces decidí, dejar de hablarle a aquellos que nunca responderían.
Como había encontrado amabilidad, quise ser amable también. Solo quería ser capaz de hacer algo, como otros lo habían hecho por mí.
Hay veces en que nuestras diferentes maneras de pensar me hacen dudar, pero siento que nos podemos llevar bien, porque somos diferentes.
Hubo días tristes y días dolorosos y quizá habrá más. Si así fuera. Hay días atesorados, que nunca olvidaré.
Días tan cálidos que te hacen sentir mareado. Puede que ya sea tiempo para mi de dejar, de apartar la mirada y darme cuenta de verdad. Ya que decidí proteger el Libro de los Amigos... Y que decidí vivir aceptando lo que veo y lo que escucho...
Los dos grupos, que parecía que se odiaban mutuamente, ahora brillan del mismo color mientras se desvanecen en el cielo distante.
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Entre más alguien se preocupa por mí, mas miedo me da. Miedo de que algún día, algo terrible va a pasar.
Hay cosas que no puedes tener, no importa lo mucho que lo quieras. Así que es fácil, simplemente olvidarlas, Sensei. ¿No es así?
No tengo mucho poder, pero estoy tratando de ser más fuerte. Pero no tengo miedo de compartir mi corazón... Si creo que no estoy solo...
Divertidos y cálidos días. Pero eso significa que, últimamente, la cosa más pequeña me hace creer que todo podría desaparecer.
- Tristes recuerdos quiere olvidar. Los devoraré por ti. - No forman parte de la persona que soy ahora. No importa que tanto duela, son importantes, para mí.
No sabía si Kemari los lideraba o si solo los Karu estaban siendo caprichosos. Pero por un tiempo, de lo ubico que hablaron los yokai fue del hermoso dragón que habían visto.