¡Abre bien los ojos viejo! Porque vas a presenciar todo lo que me has enseñado... ¡Tu boxeo está a la altura del boxeo mundial!
He corrido día tras día igual que un maldito caballo y mi izquierda la he entrenado una y otra vez ¡¿Para qué?! ¡Para matarte maldito!
Puede que no tenga un talento innato como Takamura-san o golpes tan explosivos como los de Ippo. Puede que solo fuera una rana en un charco diminuto que iba molestando a la gente. Pero aún así, vine a este mundo de especialistas de la lucha conocido como boxeo, y aún siendo solo una pequeña rana, ¡aprendí a sobrevivir!
Nunca surcaré el cielo como lo hace un ave, pero seguiré intentándolo, seguiré saltando una y otra vez, sin importar las veces que caiga. Porque solo mira, ya está a mi alcance.
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¿Sorprendido, Sawamura? Te burlaste del Dempsey Roll diciendo que era una técnica torpe. Y ahora ha evolucionado espléndidamente. No es un movimiento que se desarrolla por una iluminación divina. Es algo que nace a través de innumerables horas de entrenamiento. Makunouchi no es un hombre que va buscando pelea. Es diferente a ti. El sitio donde es fuerte, más fuerte que nadie, es el ring, donde puede centrarse en poner en práctica lo que aprendió. Es un boxeador innato.
Nuestros puños son armas diseñadas para dejar tumbado a un hombre y asegurarnos de que nunca vuelva a levantarse. Pero los puños de Makunouchi solo hacen que la gente quiera esforzarse más. Sus puños te levantan.
Solo puedo confiar en mí mismo. Si te quedas sentado creyendo que vendrá alguien a ayudarte, lo único que recibirás a cambio es traición. Solo puedo tener fe en mí mismo. En mis puños. No perderé lo único en lo que puedo confiar todavía. Me niego a perder.