No hay esperanza en el campo de batalla. No tiene más que una indescriptible desesperación. Sólo un crimen que llamamos victoria, pagado por el dolor de los derrotados. Sin embargo, la humanidad nunca ha reconocido esta verdad. Y la razón de ello es que, en cada época, un héroe deslumbrante ha cegado a las personas con sus leyendas y les ha impedido ver el mal del derramamiento de sangre. La verdadera naturaleza de la humanidad no ha avanzado un paso más allá de la Edad de Piedra.
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