Si tus deseos son un ideal que no lastimará a nadie, puedes hacer lo que quieras. Pero eso es en caso de que fueran tus propios deseos. Si peleas por voluntad propia, todos los pecados y castigos los crearás tú. Cargar con ellos es parte del ideal. Pero si es la voluntad de otro, los ideales que recitas se convertirán en una simple fantasía. Para pelear se necesita un motivo. Pero este no puede ser un ideal. Si peleas por un ideal, eso será lo único que podrás salvar. Así no hay manera de salvar a nadie. El sentido de una batalla es el deseo de salvar algo. Al menos eso es para ti, ¿no, Emiya Shirou? Pero la salvación que otorgan otros no es salvación. Es como el dinero de un crédito. Si lo usas, acabará en manos de otro. Es cierto que podrás cumplir el deseo de salvar a alguien. Pero eso no incluye salvarte a ti mismo. Tomas prestados los ideales de otro, que no te pertenecen, y probablemente lo repetirás hasta que mueras. Por eso, tus ideales no tienen sentido. No hay nada más allá de salvar a alguien. Al final, solo consigues una vida ficticia en la que no puedes salvar ni a otros ni a ti mismo.

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