Fue... el viaje que emprendí para surcar el océano de la desesperación, que se extendía por todo este reino como el aceite. Para ello me hice a la mar y conocí lugares a cual más interesantes, y vi criaturas increíbles, paisajes de auténtico ensueño, y supe lo maravillosa que es la tierra. Pero también conocí la maldad y la traición, y comprobé como acechaba para mancillar el planeta. Intenté enfrentarme a ellas... y no lo logré. Entonces, la desesperación volvió a ahogar mi esperanza. Hasta que vi una bandera negra. Pertenecía a un barco cuya tripulación me miró a los ojos y me dijo: ¿Por qué sufres? ¿Tu llanto no te deja ver la luz? Eran unos marineros que se enfrentaban a las olas del destino con una fe ciega en sus posibilidades. Ni las tormentas del mar o las tempestades de la vida podían con ellos porque sabían que juntos eran capaces de superar cualquier problema. Y gracias a ellos descubrí la verdad. Su luz cegadora atravesó mi mente como un rayo purificador dejando tras de sí una persona diferente. Ahora sé que el mundo no es aquel lugar seguro y perfecto en el que creíamos vivir. Ahora sé, que hay mil peligros que nos acechan a cada instante, pero también conozco cual es el arma que nos a de servir para derrotarlos. La amistad...

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