¿En qué creeré? En aquello que puedo ver. ¿En qué creeré? En aquello que vive y respira. ¿En qué creeré? En mí.
Por favor, no estés triste. Incluso si el mudo no te perdona, te perdonaré. Por favor, no estés triste. Incluso si no perdonas al mundo, te perdonaré. Así que, dime por favor. ¿Qué debería hacer para que me perdonaras?
Lo que eliminé... fue la fragancia de mis recuerdos. Lo que pude ver... fue la cicatriz del odio. Lo que resonó... fueron los pasos del pasado.
El lloro de las cigarras no me pareció tan molesto en ese entonces, pero ahora que lo pienso, estaban tratando de avisarme lo que iba a pasar...
¡Si quieres llorar, llora! ¡Pero llorando no vas a arreglar nada! ¿Acaso crees que llorando va a venir alguien a salvarte? Y respecto a aquel que siempre te ayuda, ¡¿llegas a comprender el daño que le estás haciendo?!
Los amigos estamos para apoyar sin dudar, en los buenos y malos momentos. Somos como una familia. Si nos lo hubieras contado... No habría pasado nada de esto... Si nos lo hubieras contado... No hubieras tenido que matar a nadie.
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Ella no estaba desanimada ni le lloró a su destino. Ella era hermosa. Ella no aduló a nadie y peleó contra ellos por sí sola. Ella era noble. Ella brillaba alegremente, como una figura divina. Yo necesitaba a alguien como ella.
Tienes unos ojos igual que los míos. Ojos que están deseando matar a aquel que te puso en el infierno llamado soledad.
Cuando algo malo pase, o cuando empezamos a dudar de los demás, o en malos momentos... nosotros... ¡Lo hablaremos con nuestros amigos!
Lo que quiero ver... una silueta perdida en la oscuridad. Lo que quiero oír... son pasos confusos. Lo que quiero saber... tu verdadero origen.