Siempre maldije mi propia vida, la ansiedad y el odio que no pude suprimir, sin embargo cuando me paré a mirar el cielo… Me di cuenta de lo pequeña que soy. Hay un mundo sin fin que se expande delante de mí… La luz filtrándose, e iluminando mi pequeña “yo”. Parecía como si la luz fuera una ducha lavando todos mis pecados… Estaba feliz de haber nacido por primera vez. Debo haber sido feliz… Al final… Al final he conseguido perdonarme a mí misma. Adiós… Mi querida gente
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