En el comienzo estaba la Voz, y la palabra era Él, y todos obedecían con gran devoción, pero aquellos que moraban la tierra, a través de la vanidad, engaños y codicia, construyeron multitudes de torres cuyos topes llegaban hasta el cielo y acapararon la riqueza del mundo. Disperso a lo largo de la tierra devastada el ser humano se volvió sordo a Su Voz, sin embargo, Él les concedió una oportunidad de expiar sus pecados, llamas, humo y el rugido de un león, descendieron sobre la tierra y muchas torres fueron derribadas y convertidas en polvo.

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