No estoy diciendo que no recuerdo tu espada. No recuerdo tu corazón. Cuando enfrento a un enemigo, levemente puedo darme cuenta de lo que está pensando. No puedo leer sus mentes, pero me doy cuenta de por qué están peleando, qué quieren de mi o si me están subestimando. Durante la batalla me desespero, así que usualmente lo noto después de que termina, pero mientras más fuerte es el enemigo, más siento sus corazones. Tú no tienes nada de eso. Incluso cuando estabas peleando conmigo, no estabas mirándome.
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