Es difícil no preocuparse sabiendo que le podrían hacer daño, pero ver al niño que siempre llegaba a casa golpeado, encontrar ahora algo que ama tanto y en verdad lo ama. Cuando veo lo feliz que esta, no encuentro motivo para quejarme. A pesar de los golpes que da la vida, un hijo feliz es lo máximo que puede pedir una madre.

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