¡Aumenten el sonido de sus voces! ¡Eleven sus más grandes plegarias al cielo! Todas serán escuchadas. Aquel benévolo dios del cual tanto han oído escuchar hará su aparición tras sus deseos cumplidos. ¡Súbditos míos! ¡Aclamen! ¡Aclamen sin cesar! Aunque claro, no olviden siempre dejar la ofrenda correspondiente... Sin ella, ¿cómo me llamaría Dios?

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