- ¿Por qué razón juzgas?
- No hay razón, sólo soy un árbitro.
- Entonces compadezco a los árbitros.
- ¿Qué?
- Decidí por mí misma. Tal vez no era una vida que otros estarían orgullosos, ¡Pero yo decidí dedicársela a Harada-kun! ¡Debe haber un significado dentro de eso!
- ¿No sería agradable?
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