El clima estaba tan frío, lo suficiente para helarte hasta los huesos, incluso si estabas abrigado. Él caminó hacia afuera, medio desnudo, descuidadamente. Su espalda girada hacía mí. Sentía que bien podría haber sido mía. Pero era muy listo y cobarde, por mi propio bien. Entendí que tan importante era la calidez para la gente. Sin importar que proviniera de la pena o la hipocresía. No tenía el coraje para darme por vencido con él, sin importar cuán patético o miserable tuviera que ser para detenerlo. Pero, a pesar de todo, me apartó de su camino... Como si fuera una bestia rechazando el toque del hombre, aunque significara la muerte. Quería detenerlo para que no se fuera, pero no sabía cómo. Así que lo único que podía decir era... "¡Te esperaré!", "Te esperaré justo aquí". ¡Así que tienes que volver...!
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