Cuando era pequeño, el cielo estaba cerca… mucho más cerca. Por eso me gusta la lluvia, como si con ella viniera el olor del cielo. Y muy seguido, en mañanas lluviosas, en lugar de transferirme en tren, salgo por la puerta de la estación. En mañanas soleadas me subo al tren y vengo aquí, como estoy supuesto a hacer. Y entonces pienso: “Esto no es lo que debería estar haciendo ahora”.
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